domingo, 12 de abril de 2020

CREATTIKUS 7 Cena con Maggie

     La madre de Lagio estaba encantada. Empezaba a socializarse con todos. La vecina del piso de enfrente le había traído una bandeja con un plun cake, impresionante. Oportunidad que aprovechó para tomar café con la vecina y charlar de tema de mujeres.
     Cuando Lagio llegó del instituto se quedó perplejo. La madre le presentó la vecina a Lagio.
—Lagio, ven. Te voy a presentar a esta amable vecina que nos ha traído un plum cake, !buenísimo!
     Lagio se quedó sin palabras, no sabía que decir. Maggie lo miró con una medio sonrisa. Y le dio la mano para saludarlo.
—Y lo bueno del caso, es que nos ha regalado un par de entradas para esta noche. Dice que ella no puede ir ya que esta noche tiene un compromiso en su casa. La entradas son para el club Pâparatzzi, que hace tiempo que tu padre y yo queríamos ir. Viene un grupo italiano de Jazz. Yo he pensado sino te importa, de ir con tu padre. Ya lo he llamado y me ha dicho que sí. No sé si hacerte la cena. o te pides algo de comida para que te la traigan ¿Como lo ves?
Lagio seguia enmudecido ya estaba viendo la trama y le pareció perfecta.
—No te preocupes mama. Tu tienes que prepararte para esta noche, ya pediré algo para comer. Me apetece algo de comida china.
—Perfecto, estoy muy contenta. Y está señorita se ha portado muy bien con nosotros. La tenemos que invitar a comer algún dia.
    Maggie se despidió sabiendo e intuyendo que Lagio ya sabia que esta noche tenia cita con ella. Lagio no tenia que dar explicaciones a sus padres de nada. Todo estaba muy bien montado.
     Cuando le dio la mano de despedida, Lagio la cogió fuertemente. Ella lo miró con intensidad. Y una fuerte descarga se produjo en ese momento, descarga de información. Vio como se entrelazaban en una tordida y lujuriosa pasión de la cual él quedaría preso. Donde pudo ver que ella no era lo que aparentaba. Pero los deseos que tenía de estar con ella eran tan grandes que lo tenían cegado.
     Ambos se despidieron y ella bajó las escaleras. Lagio cerró la puerta y se dirigió hacia su habitación. Mientras su madre, empezó los preparativos para salir esta noche con su esposo.
    No havia ropa que le gustase a Lagio lo suficiente, para esta noche. Revisó dos veces sus camisas, corbatas y no sabia exactamente que ponerse. El siempre había sido aconsejado que un buen italiano bien vestido paralizaba el mundo. Por lo tanto, se puso a pensar que tipo de ropa sería la adecuada. El único traje que tenia estaba descartado. No era tiempo de formalidades, sino todo lo contrario. Buscó y rebusco durante un rato hasta que al final dio con la formula adecuada. Unos tejanos ceñidos y una camisa de color azul que dejaba por fuera de los pantalones. El era bastante musculado por lo que la camisa ceñida le sentaba muy bien. Y  también, hacia contraste con el rubio de sus cabellos. Y como no llevaría  sus deportivos.
     Se duchó con mucho ahínco, tenía que estar impresionante esa noche. A la altura de una diosa, porque para él eso era. Una diosa y él un simple mortal,  y nada más. Consiguió una botella de vino italiano que metió un rato en la nevera. Y esperó, a que llegase la hora adecuada.


                                     *  *   *   *   *   *
   

     Todo daba vueltas, Milani y Constanci viajaban por el espacio, en una especie de turbina sideral que los transportaba. Con subidas y bajadas. Hasta que de golpe llegaron al puerto de una gran ciudad. Estaban en cima de un cargamento atado. Y en un barco que se disponía a zarpar. El golpe fue bastante contundente. Ya empezaban a estar un poco hartos de esta situación, pero era lo que tocaba en esos momentos. Cuando aparecieron y se recuperaron un poco del fuerte sopetón  empezaron a indagar donde estaban.

—Creo que estamos encima de un cargamento. Y estamos avanzando.—dijo Constanci.
—Estas seguro que tenemos que avanzar. Porque estamos creo encima de un barco y nos estamos alejando del puerto. Y tu y yo no somos hombres de mar. Estoy viendo mucha, pero que mucha agua alrededor.
    Los dos duendes estaban alucinados. No habían visto nunca el mar, ni un barco, ni una gran ciudad como los Angeles. Lo peor era que no sabían donde habían ido a parar.
—Creo que no estamos en nuestro planeta, Nos han mandado a otro lado, y lo peor, es que ni el alcalde ni los sabios están con nosotros.—dijo Milani.
—Pues salgamos de aquí y vayamos a esa gran ciudad.
—dijo Constanci.
    Por lo que los dos duendes comenzaron a correr y cuando llegaron a popa, fueron conscientes de que había que nadar mucho ya que se estaba el barco separando del puerto
—Esto son muchos pozos, pero que muchos pozos de recorrido. No aguantaremos—dijo Constanci.
—Es igual, saltemos y lo veremos por el camino, no tenemos muchas más opciones.
     Por lo que los dos duendes saltaron al vacío, mientras iban chillando de la emoción, aunque la llegada al agua se hacia interminable.
     Cuando llegaron al agua, Constanci dijo:
—¡Esta salada¡ Esto nadie me lo había dicho. De repente, de la profundidad subió un pez el cual intentó comérselo. Lo pudo esquivar pero sabía que ese extraño ser volvería a por El.  Sacó su cuchillo y se lo puso en el cinturón. Milani estaba a unos dos metros, ya peleándose con esos extraños seres marinos que se lo querían merendar.
     Los dos duendes permanecieron en el agua. El recorrido que tenían que hacer hasta el puerto les parecía infinito. Y la lucha contra esas bestias no paraba nunca.
     De pronto, Milani miró al cielo y se espantó.
—Corré, Constanci. Unos pajarracos gigantes vienen a por nosotros.— Constanci quedó horrorizado al mirar al cielo. Los dos duendes empezaron a nadar lo más rápido posible que podían. Estaban en una extraña tierra donde los peligros acechaban por doquier. Nunca habían visto peces ni nada parecido, por lo que el horror se apoderó de sus corazones.    
    Hasta que fueron alcanzados por una gaviotas las cuales con su pico los cogieron y se los llevaron para el cielo. Milani y Constanci no estaban acostumbrados a esas alturas. Las gaviotas se los llevaban. Y ellos no sabían que hacer. Estaban compungidos, con mucho pánico.
     Se fueron volando hasta que entraron en tierra, pero seguían sobrevolando. Milani observo que había un pozo cuadrado lleno de agua, con unos seres dentro de él. Por lo que sacó un cuchillo y pinchó el torso de la gaviota, la cual lo soltó de golpe.
     Milani empezó a caer en picado. Alcanzando una velocidad muy rapida cuando de golpe cayo en la piscina del hotel. bajó a bastante profundidad y cuando subió a la superficie en ese momento caía Constanci, el cual prácticamente hizo lo mismo para librarse de la gaviota. Estaban en un pozo extraño muy grande, con unos seres mucho más grande que ellos, y de fondo, se escuchaba una musica muy extraña que no alcanzaban a interpretar.
 
                          

                         *            *               *             *

 Lagio estaba bastante nervioso. Era su primera cita, un tanto extraña pero su primer encuentro con una joven que lo entusiasmaba.
Sacó de la nevera el vino italiano "Gran reserva" y cerró la puerta de su casa. Era las nueve y media de la noche. Sabía a que hora tenía que subir al apartamento de Magie, pero no sabría a que hora saldría lo cual le parecía prometedor.
     Magie vivía en un séptimo piso. Su ventana principal del comedor daba casi enfrente de la que estaba Lagio, pero tres niveles por encima ya que Lagio vivía en un cuarto piso.
     Picó al portero automático y  se abrió la puerta.  Él entró en el edificio y cogió el ascensor. Cuando llegó al séptimo, al salir del ascensor se fijó que la puerta del piso de Maggie, estaba abierta. Él entró con mucha prudencia. Se escuchaba una musica muy agradable una especie de jazz pero con matices bucólicos.
     Cuando Lagío entró en el comedor, enmudeció de la impresión. Magie lo estaba esperando con una copa de cava. Le indicó con el dedo que se acercase. El lo hizo y ella le dio la copa. Ambos bebieron pero no se quitaron la mirada de encima. Ella le sonrió y Él  se quedó alucinado al contemplar que el vestido que tenía Magie le sentaba como un guante. Parecía una chica bond. Al menos era lo que él pensaba. Era uno de los personajes favoritos de su padre. Muchas veces se había quedado con su padre para ver toda la serie de películas de ese agente secreto.
—Te queda muy bien esa camisa azul. La llevas en la medida justa, ni muy apretada ni muy holgada, me gusta. —dijo Magie, y le metió una cereza en la copa de cava.
Lagio ya perdió los papeles, se dejó llevar, no lo podía evitar, lo tenia hipnotizado. Se le acercó y le dio un beso en los labios. Ella le dijo:
—Eres muy directo, te saltas los protocolos de una manera muy sublime—dijo ella.
—He tenido ya contigo dos meses de protocolo, te he escuchado todas las noches, te he seguido con mi violin, y con él me he declarado. He soñado contigo con este momento, maravilloso.—le dijo Lagio.
    Ella le devolvió el beso. Y durante un tiempo escueto se fueron besando con bastante intensidad.
—No lo entiendo, eres  muy joven para tener ese porte de seductor. Una de dos, o has tenido mucha experiencia o alguien te ha aconsejado.—le dijo Maggie.
—Siempre has sido tu. Toda mi vida te he estado buscando. Y cuando te vi... supe que siempre habías sido tu. Eres mi musa de inspiración. No me apetece estar con nadie más solo contigo.—le dijo Lagio con tanta seriedad que a Maggie le empezó a temblar la mano que llevaba la copa.
     El se la cogió y la puso en la mesa. Y se  llevó a Maggie al sofa del comedor. Maggie estaba sorprendida de tanta pasión que havia en ese joven. Ella ya havia tenido anteriores relaciones con hombres incluso mucho mas maduros que Lagio. Pero Él era diferente.
Aquella noche tuvieron una gran velada. Cenaron, hablaron de sus vidas y disfrutaron de ese mágico momento que nunca se acababa.
A Maggie le parecía encantador el porte de aquel joven, incluso, angelical. Pero ambos, escondían secretos. Lagio venía de una transmutación de muchos años atrás. De angel a duende y de duende a hombre. Lo único que en la transmutación perdía toda información de la anterior forma. Aunque sí llevaba ciertos poderes ocultos de la Magicae Infinitum que saldrían a flote cuando los necesitase inconscientemente. Maggie venia también de mucho tiempo atrás, pero ella si era consciente de cual era su objetivo. Anular a Lagio en todo lo que ella pudiera. No debía de permitir que Lagio despertase de sus poderes. En ese momento empleaba armas de mujer, aunque en su interior no podia evitar que Lagio le atrajese más de lo necesario. Nunca había intimidado con un Angel siendo una experiencia que le atraía fervientemente. Pero trabajaba para las ordas del mal, por lo tanto era una ferrima enemiga de la causa inconsciente de Lagio.



CREATTIKUS 8: Metronox, la empresa del mal


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