miércoles, 28 de marzo de 2018

CREATTIKUS cap 3 : Viaje hacia Melderhim /Creattikus the elves of inspiration

    

LOS DUENDES DE LA INSPIRACIÓN


    Los sabios que dormitaron toda la aldea de Creatichela no venían satisfechos por semejante hecho. Aunque, entendían que era una forma de ganar tiempo. Algo necesario para poder realizar el plan de salvamento de Lagio. Quedarían como vigilantes de la aldea y como apoyo para los que viajarían hacia las moradas de Melderhim, el guardián del Tiempo y de las dimensiones oscuras.

     Tenían que procurar que el pueblo no se despertase de su "letargo" y de que ningún foráneo de otras aldeas visitase la demarcación. Lo que habían hecho estaba fuera de la "Ley cósmica", pero posiblemente era un atajo en cuestión. A parte de que debían cuidar todo el ganado y todos los animales de granja que también habían dormido.
     Los sabios Angilo y Nitonio sabían que posiblemente estarían solos durante bastante tiempo. Pero, con mucha paciencia sabían gestionar la situación. Lo que no fueron conscientes de que en las últimas casas vivían Constanci y Milani. Lo dieron por hecho, de que estarían durmiendo. 
 
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Los sabios Angilo y Nitonio.
     Ya que el trabajo exhaustivo de comprobar casa por casa fue aminorando en la medida que pasaban las horas. Lo tuvieron que hacer todo muy rápido, y las últimas casas ya no las comprobaron. Lo dieron por hecho, de que estaban dormidos.
     —Creo que hemos hecho un buen trabajo—comentó el sabio Angilo.
     — ¿Hemos hecho? Pero... si aún queda tarea por hacer. Tenemos que mantener adormecida a toda la aldea. No me acuerdo del efecto dormidero de los polvos cuanto tiempo dura, por lo que tendremos que hacer algún que otro repaso diario o semanal. Mientras los demás tienen que hacer su trabajo en las moradas de Melderhim   —contestó el sabio Nitonio.
     —Me ha entristecido dormir a nuestras familias. Sé que también estarán en óptimas condiciones cuando despierten— comentó el sabio Angilo.
     Y así, por el camino fueron comentando los avatares de tal semejante empresa. Hasta que fueron avanzando en la infinidad y planicies, de la demarcación.


                                  *  *  *  *  *


    

     Milani y Constanci se habían perdido en el bosque, querían camuflarse hasta que llegara el venerdi para poder comprobar que pasaría con las lunas de Vedrum en su cruce.  
     El bosque estaba encima de una ladera desde la cual podrían contemplar el pequeño valle donde intuían que cosas inhóspitas pasarían cuando las lunas de Vedrum se cruzasen. Ya que había un presentimiento en Constanci de que algo importante podía acontecer, y no se lo querían perder.
    Se hicieron unas camas con las hojas de los saucos, las cuales eran bastantes frondosas, y decidieron dormir. Tenían sueño atrasado que recuperar.


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Los jóvenes duendes escondidos.

     Cuando se acostaron a los cinco minutos quedaron plácidamente dormidos debido al cansancio de toda la noche de búsqueda.
     No era un bosque muy ruidoso, pese a todos los seres extraños que solían vivir en ellos. Aunque la ignorancia de esos pequeños duendes era muy valiente.
      Estuvieron escondidos durante casi dos días. Parte del tiempo estuvieron durmiendo. Ellos sabían que sus padres no los iban a reclamar. Solo hacían fiesta el Domenica, por lo que para ellos era un lujo poder dormir más de lo habitual, aunque ellos no sabían exactamente el plan trazado por los sabios junto con el Alcalde.

     A Milani le empezaba a crujir el estómago. Él, era de buen comer.

     —Tengo mucha hambre —Decía Milani.

     —Vamos a comer bayas y algún fruto del bosque. Es lo único que podemos hacer hasta que llegue mañana. —Contestó Constanci.

     —Podríamos ir a la granja de Licarpi. Tiene, huevos manteca y algún que otro embutido. No se va a enterar, estará dormido —dijo Milani.

     —Nos podrían descubrir. Supuestamente ningún sabio ni el alcalde estarán dormidos. De momento es muy precipitado

     —Contestó Constanci.

     Lo que no se dieron cuenta es que aquella zona no era muy normal. Las margaritas del entorno eran demasiado grandes. Y se sentían que constantemente estaban vigilados por ellas. El bosque y la zona en concreto escondían algo que no acababan de percibir los jóvenes duendes.

     Estaban en una zona prohibida por las leyes de la antigüedad. Ya que habían sobrepasado la demarcación cuyo punto más lejano era el pozo de Ahmrani. Solo podían ir de aldea en aldea siguiendo la ruta que hace muchos años les trazó Melderhim. Todo lo que no fuera eso caía en las garras de lo inhóspito y desconocido.
    
                             *  *  *  *  *

     Y llegó la noche del venerdi. Todos los acontecimientos se estaban preparando. Milani y Constanci se dieron cuenta de que por el lado sur del bosque en las planicies de Nahúm avanzaban el resto del equipo de sabios con el alcalde, el cual tenía un plano en sus manos.
     Se les veía buscando el sitio idóneo según las coordenadas, donde la interceptación del rayo del cruce de las lunas les afectase.
     La flora del entorno seguía siendo muy rara e impredecible. Las margaritas gigantes seguían sigilosamente los pasos de los sabios. Hasta que en un momento se les cambio la semblante y fueron hacia los sabios con unas intenciones más gastronómicas que de amabilidad.
 
 
 
 
 
     Los jóvenes duendes se dieron cuenta de la situación. Pero, estaban en un dilema, no querían ser descubiertos, aunque por otro lado observaban un peligro inminente en los sabios.
    En teoría, toda la zona quedaba afectada por la energía del rayo. Habían habidos cambios biológicos importantes. Todas las semanas, los venerdis, había una descarga de energía desconocida, fruto de la intersección de las dos lunas. Donde se creaba una especie de agujero espacio-tiempo por donde se podía viajar. Pero en este caso, solo a las moradas de Melderhim.
     Las margaritas se acercaban a pasos agigantados. Milani y Constanci empezaron a suspirar del terror que sentían en esos momentos. Pero los sabios junto con el alcalde estaban más pendientes de la climatología y efectos del cielo que de lo que había detrás.
 
 


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     Los sabios se iban alejando de los jóvenes duendes. Estos empezaron a chillar para que se percatasen. El cielo negro empezó a cambiar de tinte a un tono más azulado con un movimiento constante de todas las nubes. Y unas luces empezaron a brillar en el cielo nocturno.
     Las margaritas estaban a punto de atrapar a los sabios. Milani salió de su escondrijo y empezó a correr desesperado hacia los sabios. Constanci hizo también lo mismo.
     De repente, se escuchó un trueno ensordecedor que retumbó en toda la tierra. Las margaritas se sobresaltaron pero decidieron atrapar a sus presas.
     Rayos y truenos empezaron a declararse en la zona. Milani y Constanci corrían hacia los ancianos. Cuando llegó a las margaritas Milani las bloqueó como si fuera un jugador de rugbi, allanando el camino para Constanci. Todas las margaritas cayeron al suelo.
     Las lunas de Vedrum se cruzaron. Y un rayo descomunal cayó del firmamento absorbiendo los cuerpos del alcalde y los sabios. Milani y Constanci lograron colarse en el rayo. Todos fueron absorbidos por esa increíble y legendaria fuente de energía.
     Un remolino de viento de proporciones desconocidas golpeo con ferocidad a las margaritas las cuales salieron despedidas volando por los aires hacia nuevos horizontes.
     De repente el rayo subió hacia el firmamento y en él se perdió. En la llanura no quedó nada. Solo un trozo de terreno carbonizado.
     Solo los pequeños habitantes del bosque pudieron ser testigos de lo que pasó en las planicies de Nahum y de los sabios que se quedaron, que escucharon y vieron en el cielo el cruce de las Lunas. Una margarita cayó delante de ellos, amenazando con sus fauces a los duendes.  
    El sabio Angilo le golpeo con el aventador mandándola lejos la cual ya no se levantó.
    — ¿Qué? Recordando viejos tiempos, de cuando jugabas al hock.   
    —Comentó su compañero el otro sabio.
    —La verdad es que si, no cal recordar que gané tres veces el premio del mejor jugador de la liga. —respondió Angilo.
    Los ancianos empezaron a reír, pero en seguida, la risa se convirtió en preocupación. Tiempos diferentes se cernían sobre la demarcación de Creativia, y en la aldea solo ellos estaban despiertos para cuidarla. Las otras aldeas estaban a días de camino.
    Mientras, en la aldea de Creatichela, se dormía muy plácidamente.
 
  
     El Tiempo se paró en Creatichela. Unos fueron absorbidos, otros dormidos y solo quedaron los sabios vigilantes que velarían para
que la aldea y sus contornos permaneciesen dormidos. Algunas margaritas chamuscadas y otras esparcidas por los cuatro vientos de
Creativia.
 
 
 
                             C O N T I N U A R Á



CREATTIKUS 4
           
    
 
           
 
 
 

    
    


  


                                            



   



sábado, 3 de marzo de 2018

CREATTIKUS 1 El pozo de Amrani.

CREATTIKUS

    LOS DUENDES DE LA INSPIRACIÓN



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LOS DUENDES DE LA INSPIRACIÓN.
   
     Dicen que es magistral el poder de influencia de la luna sobre la tierra, los mares y sobre los seres vivos. En esta historia actuaría también como presagio, de que algo se cernía sobre la demarcación de Creativia.
     Las leyendas hablaban de la Magia Infinita, como algo excepcional que pasó hace mucho tiempo. La aparente normalidad y rutina se estaba desquebrajando dando pie a un tiempo incierto. Una nueva realidad se cernia sobre ellos.

      Una respiración profunda se escuchaba dentro del bosque. Era el aliento de un ser que corría. Algunos animales espantados iban para sus madrigueras.
     Alguien avanzaba chasqueando las hojas caídas de los arboles, con cierto espíritu entristecido, y mucho miedo.
     Milani corria como alma en vilo, desesperado, con muchas ganas de llegar a la aldea. 
     Estaba ansioso por contar lo sucedido.
     Era de noche, y las dos lunas de Vedrum antes de que convergiesen daban suficiente luz para los caminantes nocturnos de aquella pradera, y en este caso, para que Milani pudiera avanzar con la seguridad de que no tropezaría con ningún obstáculo en el camino.
     Había abusado del tiempo extra que le dejaban sus padres; después de cumplir con sus obligaciones como ayudante de panadero, en el pequeño negocio familiar que gestionaban. Un noble y antiguo oficio que desempeñaba. No con mucho entusiasmo, porque según él decía: “Lo suyo era descubrir nuevos mundos”.

     Venia de quedar a las doce de la noche en el pozo de Amranni, con sus amigos y compañeros de travesuras. Sus padres siempre le reñían. Llegaba a casa siempre muy tarde. Pues tal noble oficio exigia madrugar mucho, antes de lo habitual en la aldea.
     Pero, él, dada su juventud y vigor podía aguantar con pocas horas de descanso.                                                                                                
     El negocio de sus padres era la única panadería de la aldea, la cual, debía atender todas las demandas de pan de los vecinos del entorno. Panes de levadura, de centeno, de leche, de especies, de raíces de sauco, de nueces, con higos, con pasas, sin levadura, tostado y muchos más. Toda una variedad, que tenía a la familia bastante ocupada. Incluso, llegaron a ganar el concurso de panes de las aldeas de Creativia.
     Para Milani era de vital importancia lo que había pasado. Uno de sus mejores amigos se tiró al Pozo de Amrani, pero desapareció. No se lo podia creer, tanto él como su otro amigo Constanci. Lagió se fue, se tiro al pozo y no volvió a aparecer.


   


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Melderhim
     Constanci, Lagio y él, formaban un equipo muy peculiar. Eran unos jóvenes soñadores empedernidos, con ganas de vivir gestas memorables y batallas épicas.     
     Sabían que había multitud de leyendas orales sobre dicho pozo. Sobre todo, de niños, cuando los sabios las contaban no se perdían ni una.
     El pozo era un lugar enigmático que solían visitar, ansiosos de locas aventuras que nunca ocurrían y de sueños interminables que nunca solían materializar.
    Las historias del pasado los habían inspirado, aunque el presente lo vivían con mucha apatía ya que resultaba ser muy rutinario.
    El pozo había sido cerrado hace cincuenta años. El sabio Melderhim guardián de las dimensiones oscuras y observador del universo lo cerró.
    La aldea donde vivían junto con la demarcación de Creativia pertenecía a su protectorado. Tenía la potestad para poder administrarlo.
     Ya no se podía hacer viajes interestelares, ni tridimensionales, ni pasar del paralelo de donde ellos vivían hacia los humanos, que era el más frecuentado. No se podía visitar la Tierra, ni inspirar a los hombres. Cosa que por siglos habían realizado.
     Leonardo da Vinci, Picasso, Miguel Ángel, Vicent Van Gogh, músicos y escultores, constructores de catedrales, poetas, magos, trovadores, escritores, políticos y muchos más, fueron pupilos donde ellos dejaron su esencia.
     La magia de la inspiración se fue. Solo quedaba en la mente de aquellos afortunados que tiempo atrás la pudieron vivir, como únicos testigos de antaño, los sabios de Creatichela.
     El pozo de agua de Amranni, era un oasis en medio del desierto que rodeaba a la aldea donde vivían todos. Servía como punto de encuentro para los viajeros y como referencia para los mapas cartográficos que tenían a su disposición, la "Magicae Infinitum".
     Como sucedía en la Tierra, en la época del colonialismo, con determinados baobabs de África. Donde incluso el famoso descubridor y misionero David Livingston los utilizaba como referencia en sus planos. Dicha idea le fue inspirada por los duendes de antaño.
    

     En las noches calurosas del mes de Sedec, los jóvenes de la aldea solían irse a bañar a dicho pozo. Ya que era más grande de lo habitual. Siendo un punto importante en el tránsito de la zona. Donde podían refrescarse los viajeros por el día y las pocas bestias de que disponían podían remojar sus peludos y resecos hocicos.
     Milaní y sus amigos como jóvenes que eran solían encontrarse para comentar todo lo sucedido en el día y chismorrear sobre las damiselas que solían cortejar o incluso sobre determinadas travesuras que solían acometer. Estaba a media hora de camino de la aldea. El sendero estaba marcado por si solo, de las idas y venidas de los transeúntes.
     Ellos, fueron rechazados para ser “aprendices de los sabios”. Ninguno quiso apostar por ellos y llevárselos como sus discípulos. Por lo que no podían aspirar a nada interesante. Estaban destinados solo para aprender los oficios triviales que se enseñaban en la aldea. Y lo que era peor, se les había pasado la edad del casamiento sin formalizar ningún tipo de relación siendo por lo tanto, una especie de deshonra para la aldea.
     Pero esa noche, sin duda para uno de los tres no hubo retorno...

 

                   *  *  *  *  *

    
 
     Milani corría, para dar la alarma en la aldea. No estaba acostumbrado a correr tanto. Su físico un tanto rellenito impedía que pudiese tener un buen ritmo. Algunos animalitos del bosque paraban de sus quehaceres para olisquear el aroma un tanto desagradable mezcla de sudor y harina que emitía dicho joven.
     Mientras, Constanci estaba en el pozo buscando a Lagio el cual había desaparecido cuando se tiró de cabeza al pozo para refrescarse.
     Una y  otra vez Constanci llamaba a Lagio. En reiteradas ocasiones recorrió todo el pozo buceando hasta acabar exhausto. Pero, Lagio no daba señales de vida.
     La aldea era un sitio muy tranquilo y sosegado donde según ellos el aburrimiento acampaba sobre los cuatro puntos cardinales de dicho poblado. Por lo que Milani sabía que la noticia causaría gran revuelo. No sabía cómo lo podría exponer cuando llegara a la aldea.






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Milani corriendo con desesperación.
      
    
     Mientras avanzaba, ignoraba cual eran las palabras adecuadas para contar a los padres de Lagio, de que su hijo había desaparecido en el pozo como por arte de magia.
     Llegó al poblado, por fin, después de un rato de ardua carrera.  En medio de la calle, dudaba, si decírselo directamente a los padres o por el contrario, ir a casa del alcalde para contarlo.
     Milani paró, el sudor empezaba a recorrer su frente. Tragó saliva y decidió como primer recurso ir directamente al alcalde de la aldea. Deducía que a estas horas aun seguiría despierto, ya que era "ave nocturna".
     Se adentró dentro de la aldea, pasó por la posada y fue a parar a la siguiente esquina donde estaba un garito nocturno de cervezas llamado "Noblevita" que en otro tiempo hubiera aprovechado para tomarse una cerveza de raíces de sauco. El tabernero era bastante "amiguete" de los jóvenes duendes. Y de vez en cuando permitía, que se tomaran una cerveza. En la demarcación, no se podía beber alcohol hasta pasados los 25 años. A fin de cuentas, unos cuantos, "crears" que era la moneda del entorno, no venían mal.
     Noblevita era el garito principal de la aldea, central de información de los chismorreos y cotilleos que de vez en cuando circulaban.
     En esos momentos todo eso quedaba en un segundo plano para Milani, por lo que giró a mano izquierda hasta toparse directamente con la casa del alcalde.
     La puerta estaba entre abierta, ya que era costumbre de todos los de la aldea. Tiempo atrás comentaban los sabios del pueblo que las puertas y cerrojos siempre eran reforzados con candados especiales; ya que el pozo abierto era un agujero tanto para los que iban como para los que venían.  Muchas veces los visitantes no eran de la aldea y no poseían sanas intenciones. Pero después que el pozo se cerró, no tenían nada que esconder ni nadie de que esconderse.
     Cuando llegó al comedor principal se encontró al alcalde junto con los sabios del pueblo teniendo una velada tranquila y fumando en pipa. En la Aldea, era un ritual entre los adultos fumadores de pipa, sobre todo si fumaban hierba de regaliz que era la que cultivaban por dichos contornos. Mientras, iban solucionando con sus charlas todos los problemas del entorno, de los políticos de la demarcación y de algunos deportes pintorescos que se practicaban. Y de como el equipo de la aldea como no se espabilara en el hock quedaría en los últimos puestos de la liga de aldeas.
     Milani entró de golpe. Todos pararon sus conversaciones y se percataron del atrevimiento de dicho joven. El alcalde, el más joven del grupo como anfitrión giró la cabeza y al ver a Milani le preguntó:
     —¿Qué te pasa Milani? ¿Por qué has entrado de esta manera?
     Milani lo miró como avergonzado, los ojos se le llenaban de lágrimas, aunque se contuvo. No estaba bien visto expresar las emociones de esa forma en dichos contornos.
     —Lagio, señor, Lagio, que no lo encontramos. Ha desaparecido...
     Todos los sabios allí presentes gritaron a la vez:
     —¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde?
      El alcalde se levantó de sopetón de su mecedora y se acercó a Milani. El joven no se atrevía a mirar a los ojos del alcalde por lo que mirando al suelo, dijo al respecto:
      —Fuimos a bañarnos al pozo, lo hacemos normalmente en estos días tan calurosos. Lagio se tiró de cabeza, pero no salió. Yo y Constanci nos tiramos de golpe. Y enseguida llegamos al fondo, pues como saben es un pozo de dos metros de profundidad, pero allí ya no estaba... Constanci se ha quedado en el pozo para ir rebuscando, sin embargo, no sabemos más... Yo he venido para avisar a la Aldea. Y aquí me tienen.
      —Puede que os haya gastado una broma —dijo el alcalde.
      —¿Broma? —contestó Milani.
      —No os acordáis la que montó en el tiempo de la vendimia cuando se escondió dentro de la cuba de vino, respirando con una pajita. Para luego, dar un susto de muerte a las jóvenes que iban a pisotear las uvas. O cuando hizo una barra de pan gigante y se metió dentro para asustar a la gente del concurso de panes.
       —También, cuando se disfrazó de espantapájaros y por las noches asustaba a las hermanas Faluchi cuando iban a sembrar—comentó uno de los sabios que estaba como a un metro de distancia, junto a los demás.
      —Perdón, señor, ese no fue Lagio, fui yo. —Contestó Milani.
      Algunos de los sabios fumadores de pipa empezaron a reírse.
      —Sigo pensando que Lagio os está gastando una broma—comentó el alcalde.
      —Si lo sé, pero esto es diferente... Nosotros vimos con nuestros propios ojos como se tiró de cabeza al pozo, empezó a bucear y no salió a la superficie —dijo Milani.
      —¿Estás seguro de lo que nos estás diciendo? —Preguntó el alcalde con un tono bastante serio.
      —Tan seguro como que las Lunas de Vedrum todos los venerdì se cruzan. —Contestó Milani, provocando cierto alboroto en los allí presentes, ya que tal juramento en tiempos antiguos si no se demostraba su veracidad era castigado. Por lo que cobraba un valor especial. Dicho juramento si había testigos tenía la misma validez incluso que el papel firmado.
      El alcalde miró a Milani con mucha seriedad y decidió ir al pozo personalmente. Los sabios allí presentes decidieron también acompañar al alcalde. Tenían que hacerlo con mucho sigilo ya que no querían en un principio que los habitantes de la aldea se enterasen de la excursión hacia el pozo. No querían alarmar a la aldea hasta  que por sí mismos ellos pudieran confirmar la situación. Lo que les obligaría a tomar ciertas medidas drásticas que en un principio no querían contemplar.

     



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Milani reunido con el Alcalde y los sabios.

   Quedaron en cuestión de media hora en la posada de la aldea. Ya que estaban en la última calle y no estaba muy iluminada. Como punto de encuentro antes de tomar el camino que les conduciría hacia el pozo.
     Salieron todos juntos bien preparados, con sus quinqués rellenos de aceite, sus cuerdas y con una bestia del campo por si tenían que tirar.
      Esa noche un grupo de seis duendes decidieron salir del pueblo para dirigirse al pozo de Amranni. Los cuatro ancianos, el alcalde y Milani. Acordaron no decir nada a los padres del joven que iban a buscar, para ahorrarles un posible disgusto, pero con la esperanza de que todo fuese una broma de mal gusto, como las que hacia Lagio. Y que dicha situación quedara como una mera anécdota.
      Aunque esa noche, las lunas  revestían con magnificencia la aldea y las cercanías. Tenían un matiz especial. Un tono rojizo había aparecido sobre el esplendor de ellas. Según los antiguos, eso era un mal presagio.
      El alcalde se dio cuenta, y no le gustó ni un pelo de lo que se percató, pero no quiso alarmar a nadie. Se imaginaba que algo tremendo se estaba cociendo por la villa de  Creatichela y por las otras villas de la demarcación.

    

 
 
                                                   C O N T I N U A R Á.


CREATIKKUS 2 CUANDO LAS LUNAS DE VEDRUM SE CRUCEN.

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David.